lunes, 27 de octubre de 2008

Desayuno para dos.

Dormir acompañado en esas noches de verano donde todo esta pegoteado y repleto de humedad, suele ser una tarea muy complicada, sobre todo cuando la velada explotó en piel y mucha fusión de cuerpos. Por lo que la solución de antaño para aquellos que no gozan de la tecnología moderna no es ni más ni menos que dormir destapados y como dios nos trajo al mundo.

Los rayos del amanecer se filtraban por nuestra ventana y el día comenzaba a irrumpir con nuestra intimidad. Desnudo había caido en el sueño esa noche, y desnudo amanecí esa mañana de febrero. La sorpresa del asunto no era haberme percatado de que ella se habia despertado antes que yo, (cosa que dificilmente ocurre) sino abrir mis ojos y ver como ella, tendida de costado y mirandome con esos hermosos ojos, bien acaramelados y brillosos que tiene, se estaba masturbando con mi dormida desnudez.

—Buen día bebé mío —dijo mientras disminuia el acelerado ritmo que llevaba introduciendo sus dedos entre sus hinchados labios.

No respondí, estaba aún muy dormido y me costaba entender un poco la situación aún. Solo atiné a quedarme ahí, observándola, disfrutando de su goce, mirando todos los detalles de la escena. Su entrepierna estaba muy húmeda y sus dedos se veían muy mojados a medida que entraban y salían.

—Disculpame mi amor... es que no pude resistirme, me desperté y te ví ahí durmiendo, tan apaciguable, tan inocente, tan desnudo.. espero no te moleste...

No podía responder, no podía dejar de ver como ella no dejaba de tocarse, de meterse los dedos, de frotarse. Su cara iba transformándose a medida que su mano aceleraba el ritmo. Y sín darme cuenta, me encontraba a su lado, totalmente exitado y perdido en su cuerpo. Muy poco fue el tiempo que pasó hasta que ella se percate de eso; mi verga, hasta hace dos minutos completamente dormida, ya era un corazón latiendo, palpitando, creciendo.

—Por favor no pares —fue lo primero que me salió decir.

—No te preocupes, eso no va a pasar.

Y empecé a tocarme muy suavemente mientras ella no podía dejar de tocarse frenéticamente; y más aún que yo comenzaba con esos movimientos que tanto la hacían explotar.

Me acerqué más a ella y tomé su mano, sin dejar de pajearme. Ella me mira fijo a los ojos, cómo intentando adivinar mis intenciones.

—Siempre me fascinaron tus manos, ¿Te lo dije alguna vez? —le dije.

Y hundí sus dedos en la profundidad de mi boca. Mi lengua jugaba con la puntita de cada uno de ellos. Me encantaba sentir todos sus jugos en mi boca, saborearlos. Los chupaba con muchas ganas mientras la miraba a los ojos. Ella se derretía viéndome disfrutar de todo sus flujos en mi boca, la hacía erupcionar por dentro.

Le quité la mano de mi boca, y la puse justo donde la quería, agarrandome firmemente mi verga que estaba lista para disfrutar de su indudable habilidad.

Comenzó a tocarme mientras apreciabamos nuestros cuerpos mojados, mientras nuestras miradas se encontraban a mitad de camino Ella se mordía el labio mientras me tocaba cada vez más fuerte, mas rápido. Lo hacía muy bien y lograba que me retuerza. A ella le encantaba ver como yo temblaba, como los ojos se me ponian blancos y se me iban para atrás de placer. Pero ella muy bien sabía lo que me hacía explotar..

Me empujó para que me acueste; muy cuidadosamente se colocó con su carita en mi pija, me ofreció las puertas del paraiso y puso su fruto prohibido en mi boca. Esa posición me hacía flotar. Podía sentir como su lengua bañaba mi miembro con toda su saliva mientras yo hacía lo propio en su sexo empapado. Le metía la puntita de la lengua, mientras mis labios jugaban con su clitoris. Me encantaba hacerle el amor con la lengua, ella gritaba, gemía y aceleraba su propio ritmo. Yo estaba a punto de implosionar y ella lo sabía. Se dió vuelta y quedó enfrente mio, con mi entrepierna en su cara. Me miró; sabía lo que venia.

Acelerando el ritmo se la metía y se la sacaba de la boca, yo veia como mis flujos se desprendian de su boca y volvian a entrar, me calentaba demasiado eso.

—Vos me saboreaste a mi, ahora yo quiero saber que gusto tenés vos.

Un gemido salio de mi boca y mucha leche de mi pija. Toda en su boca, hasta la última gota de amor. Se levanta y me mira con esa cara de inocencia perdida que tanto se apodera de mi. Mi cuerpo seguía en su boca, y eso me seguía teniendo al palo. Se sube en mi cuerpo y pone su boca súbitamente pegada a la mía.

Me besa.
Su boca, su lengua, la mia.
Lo compartimos todo

Pero eso si. La que traga es ella.




~

martes, 21 de octubre de 2008

Con que... ¿Sexo eh...? A ver...

Ella entró como si nada, como si no fuese la primera vez que pisa mi casa, como si no fuese la primera la segunda o tal vez la tercera vez que nos vemos. Lo que era seguro, ella sabía muy bien lo que iba a pasar; pero yo en mi virgen ingenuidad, en mi virgen habitación, en mi virgen vida, con mi virgen sexo, no.

Que la comodidad, que la temperatura, que la musica… nada de eso parecía importarle a ella, que en dos o tres cuadros ya me estaba dejando totalmente sin ropa, desnudo, sobre mi propia cama. El siguiente cuadro la llevaría a ella a la desnudez, y el proximo y último, a la fúsion de nuestros cuerpos.

El resto de la pelicula fue lo inminente: humedad, olores, fuego, mucho fuego…. pero también cuestionamientos internos. Se montó en mi, se movia muy bien, me cogía muy bien. Todo me parecía bien, después de todo, no había punto de referencía. Me preguntaba a mi mismo a medida que ella se movía en circulos, de arriba abajo sobre....a estas alturas, mi durisima y humeda pija, si esto era todo, si esta era la razón por la que tantas personas peleaban, discutian, gritaban, gemían…

…mis pensamientos fueron interrumpidos por un firme "Andá arriba, cogeme toda, quiero sentirte bien adentro.." Ella sabía lo que hacía, pero a diferencia, yo no. Timidamente y con la esperanza de dar un digno placer a mi acompañante, me acomodé en la entrada de sus abiertas y sugestivas piernas que como nunca antes me invitaban a pasar y ponerme cómodo. Le pasé los dedos, tanteando un poco el terreno, y al encontrarme con mis manos empapadas de un mágico elixir transparente, no lo pensé dos veces.

La penetré como quien por primera vez huele una flor: con cuidado, suavemente.. con incertidumbre de como iba a ser ese sabor. Se sentía increible, su concha, sus labios estaban muy inchados y podía sentir como todos sus flujos bañaban mi pija virgen pero muy dura, expeditiva. Me recosté sobre ella poniendole mi boca sobre la suya y comenzé a besarla. Al principio muy tranquilo, calmado. Mi lengua humeda jugaba con su boca en busca de algo. Ese algo llegó cuando ella intercambió mis tiernos labios, por su lengua exploradora que tanto me encantaba. Me empezó a chupar el cuello, lo recorria con experiencia y firmeza: subió hasta mi oreja y sin preámbulos descubrío mi punto débil. Lo aprovechó y comenzó a pasar toda su lengua por mi oreja.. me hacía escuchar como su saliva se incrustaba en mi piel, me susurraba obsenidades. Me tenía donde quería. Pero todo pasó a otro plano cuando bajó sus manos hasta mi culo, el cual presionó desde allí, todo mi cuerpo sobre el de ella. Definitivamente sabía lo que hacía.

Me sumergí en un mar de suaves texturas, confortables temperaturas y agitados movimientos. Intentaba muy nervioso no apurarme. Disfrutarlo, pero cautelosamente. (Acabar tan pronto podría ser una experiencia muy traumática a estas alturas). La solución y desenlace de mis previos pensamientos, tuvieron una respuesta inmediata. Ver como mi pareja se retorcía de placer, como sus ojos acaramelados se tornaban blancos y se daban vuelta, me generaba mi propio placer; me hacía explotar por dentro, algo que jamás había sentido en mi vida, me fascinaba. La burbuja reventó cuando me dijo entre gemidos y agitadas respiraciones "Como me gusta que me cojas así, no pares, cogeme más fuerte, más...". Me sentí pleno, cegado. Quería más y más. Más de todo. Aceleré el paso, sus liquidos fluian por todos lados, podía sentirlos en la humedad de nuestras entrepiernas. La cogí más fuerte, más rapido, la chupaba más, sus tetas, su cuello, su cara. Ella gritaba, me gemía en el oido. Empapados en nuestro olor, en nuestros cuerpos, en nuestros sexos...ella me estaba desvirgando. La miraba más, la tocaba más, la sentía más. Más de todo. Todo extremo, al límite, bien como me gusta la vida. En ese momento le estaba entregando todas mis energías, toda mi intimidad, todo mi cuerpo, toda mi verga, toda mi leche...

No me pregunté si ella había acabado o no, si lo había disfrutado; yo estaba sin aire y decidí que lo mejor sería recostarme a recuperarlo. En silencio ella hizo lo propio y se recostó sobre mi pecho, le gustaba sentir mi respiración agitada. Mis pensamientos comenzaron a fluir en la tranquilidad de mi cama; pero fueron interrumpidos una vez más.... "hagamoslo de nuevo, me encanta como me coges" Y otra vez la tenía a ella montada sobre mi... cogiendome muy bien...

.. lo que ella no sabía era que me había dado de probar una droga muy dulce y adictiva....y con lo poco que yo me cuido de este tipo de drogas....



~