miércoles, 23 de diciembre de 2009

Sin poderlo explicar.

Me maravillo, me sorprendo, me vislumbro viendo, sintiendo en carne propia, el miedo de las personas. Esa mirada que se tuerce en los límites del sentirlo todo. Esa coraza dura como el mismísimo diamante que cual cáscara protege el interior de la fruta.
En estos tiempos, de sombras y agujeros, parece ser siempre una mejor opción taparse los ojos, antes de abrir los poros de la piel y dejar entrar a la vida que danza en forma de sucesos, personas y sentimientos.

Él abrió su cuerpo y la dejó entrar. Jamás preguntó nada y siempre habló con el corazón en la palma de sus manos. Ella no pudo con su terror y jamás le creyó. Jamás entendió lo adicto a la sinceridad que era su compañero, y se encerró en su pequeño cuerpo. Ella necesitaba amor, atención y afecto. El ciegamente lo daba todo. Ella no lo creyó capaz de hacerlo, y miró a un lado. Su inseguridad no la dejó ver, que para él, ella era algo, y no algo... más. Él, por querer verlo todo, perdió su mirada en lo infinito de la nada. Por no querer perder nada, se perdió a si mismo y en sí mismo. Ella jamás lo entendió.

Ella abrió su cuerpo y lo dejó entrar. Él era carne fresca para su vida, manjar del paladar, adicción a los sentimientos nuevos. Ella lo conoció ya lastimado y lastimada supo curarlo de a poco. Curarse. Con el tiempo ella dejó su cuerpo y de ser ella, se transformó en ella y él. El tiempo pasó, el tiempo voló. Él pintó el cielo. Ella lo coloreó de estrellas. Su entrega enseñó y mostró el camino. Y con naturalidad viajaron. Juntos recorrieron el camino alimentándose de nubes en buenos aires.

Atraviésame con la mirada, y descubrirás hasta la última molécula de tu propio cuerpo florecer.




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jueves, 17 de diciembre de 2009

No, no lo soy.




Si ser femenina es vestirse de rosa,
si ser femenina es sólo ser tu esposa.
Si ser femenina es cantar canciones bobas,
si ser femenina es estar siempre hermosa..
no lo soy. No, no lo soy.

Si ser masculino es proteger a la mujer,
si ser masculino es querer llorar y no poder.
Si ser masculino es ser estrella de rock,
si ser masculino es tener que demostrar poder..
no lo soy. No, no lo soy.

Si ser masculino es no entender a la mujer,
si ser femenina es aguantar y no comer.
Si ser masculino es alimentar a la mujer,
si lo femenino es un adorno para exponer, no lo soy.

Si ser femenina es criticar a otra mujer,
si ser masculino es vigilarte y no ceder!
Si ser femenina es no gritar cuando cogés,
si lo masculino es un adorno para exponer,
no lo soy.. No, ¡No lo soy!

Lo que ves en mi
es lo que ves en vos.
Es la música mi amor,
no me importa quien sos.



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jueves, 10 de diciembre de 2009

Caos.




No conoceré el miedo. El miedo mata a la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mi. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Sólo estaré yo.



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miércoles, 2 de diciembre de 2009

Rapto de inconciencia.

Crucé la calle y unos pasos delante de mí, estaba ella. Esa fue la primera imagen real que tuve de su persona. Caminaba hacía donde sería nuestro punto de encuentro acordado el día anterior. Su pelo oscuro y lacio caía por su espalda haciendo juego con lo nublado y húmedo del día. La lluvia acompañaba aún la llegada de la noche. Unos jeans enmarcando ese culo hermoso y unas botas negras completaban la vista trasera que tenía de ella.

Terminé de confirmar al vernos las caras, que era más alta de lo que pensaba (apenas por debajo de mi medida) y para mi deleite y placer, más bella de lo que una imagen en una pantalla podía dilucidar. Llegó y un paso atrás yo con ella. Nos miramos y un beso amistoso llenó el resto del momento.

Hablamos de mí y hablamos de ella. Hablamos de ella y de su novio. Hablamos de nosotros. Caminamos por un rato, reconociendo nuestras voces, nuestras formas. Su perfume protagonizaba la atención de mis sentidos. Me invadía. Sabía a placer. Placer prohibido.

La caída de la tarde, noche se tornó. Y tras sentarnos a tomar algo por ahí, la charla se asentaba en temas como la gente, los gestos, momentos. Fragmentos de emociones fuertes y fugaces. En resumen, las mejores historias jamás contadas.

Me preguntó si gustaba de salir a caminar y fumar. Gustoso accedí. Pagamos y nos entrometimos en la espesura del barrio. Caminamos un rato y luego en una no muy luminosa calle nos sentamos a fumar y seguir conversando.

La química fluía en zancos. La seducción podía ser palpada hasta con la yema de los dedos. Las estrellas brillaban anónimas en el cielo y la piel comenzaba a buscar temperatura en lo helado de la noche. Pegados yacíamos, ensimismados en nuestras palabras.

En la plena oscuridad, sus ojos se veían como dos esferas, dos agujeros negros buscando el momento oportuno para lograr que me pierda en sus galaxias. Su perfume ya era parte del mío y las bocas resecas agonizaban ya los sonidos. En segundos disfrazados de lazos de espeso tiempo, su calor encontró mi curiosidad, mi sed. Y como niños escondidos en la noche de verano, comenzamos a besarnos.

Un relámpago recorrió mi cuerpo mientras nuestras manos descubrían el nuevo cuerpo fusionándose. Su piel era suave, adictiva. Su boca, hipnotizante. Sus besos me atrapaban como eternos espirales. El calor en nosotros lo tornó todo en vapor y contra la pared nos aprisionamos.

Con su espalda ya apoyada, me acercó más a ella consiguiendo lo que quería: sentir mi pija hinchándose pegada a su cuerpo. Nuestros pechos se juntaron y nos sostuvimos apretados por un tiempo. Nuestras lenguas jugaban y los besos se escurrían en esa situación que perdía magnitud alguna.

La levanté por la cintura y con brutalidad quedamos en la oscuridad plena de un árbol. Era yo quien apoyaba la espalda esta vez y la atraía hacia mí. Nos besábamos como adolescentes. Nos tocábamos como si jamás hubiéramos tenido un cuerpo tan cerca antes. Ella me tomaba de la cara y me besaba con fuerza, mientras yo la sostenía fuertemente de su culo. Me besaba, me chupaba, me lamía desde los labios pasando por el cuello, hasta detenerse en mi oído: "Quiero sentir tu pija en mi boca". Y flexionando las rodillas, se escabulló en mi pantalón, para en cuestión de segundos, tener en primer plano, mi pija toda dura y mojada.

Desde el suelo levantó los ojos para susurrarme cómo me haría acabar. Y así empezó. Pasando su lengua desde los huevos, por el escroto, hasta meterse toda la cabeza hasta el fondo de su garganta. La sacó y junto con ella, salió esa mezcla entre saliva y flujos que tanto me calienta. Arremetía una y otra vez hasta darse arcadas a si misma. Me miraba mientras se la metía. Se notaba en sus ojos, como disfrutaba ver como mi mirada orbitaba otro planeta.

Mientras no dejaba de chupar, masajeaba mis huevos suavemente. Sus manos se movían con suavidad mientras su boca era la fiera más bestial. Me pajeaba y me miraba. Me succionaba y me miraba. Sus ojos se clavaban en los míos como puñales mientras su mano danzaba en mi pija a punto de explotar.

No me daba suspiro. Su cara desfigurada de placer era una fotografía perdida en el recuerdo para mis retinas. Una ultima mirada acompañada de unas pocas palabras fueron suficientes para dejarme vacío: "Quiero tragarme hasta la última gota de tu leche, ¿Me la das?". Negarme hubiera sido imposible aunque lo quisiera y así fue.

Mi vacío la llenó y en un letargo caí hasta poder recuperarme, recuperarnos. Al levantarnos, volvimos un poco a la realidad. Se hacía tarde y ella tenía una cita pendiente con su novio aún.

No la veo desde entonces. Solo espero que haya podido concluir aquello que iba a hacer en su cita. Solo espero tener algún momento para volver a juntarnos a charlar un rato.



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