miércoles, 5 de diciembre de 2012

Solicitud de amistad.

Te voy a aclarar algo, le dije a la pendeja de veinte: si te vamos a coger entre los dos con mi amigo, te anticipo desde ya que la semana que viene vos y yo, vamos a salir a buscar una linda mina así me las cojo juntas a las dos y le enseñas a que me chupe la pija como vos.

Me encanta la idea, me dijo.



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lunes, 1 de octubre de 2012

Encuesta #1

La mina está de novia. Está más que blanqueada la situación entre ustedes: se desarmarían en la cama brutalmente. Hablan al respecto, se calientan pensándolo pero nada más que un orgasmo inmaculado.

La encuesta.

¿Ser bueno y al verse, compartir un mero encuentro amistoso o ser bueno al verse, y cuando menos se lo espera, susurrarle al oído lo dura que tenes la pija de solo pensar en cogértela contra esa misma pared?

¿Ser compasivo o un hijo de puta?
Que tentador.



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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Chuparte la concha.

Es mi adicción más rotunda. El amor y el calor que siento al percibir como los flujos se deslizan sobre mi lengua, funcionan como motor de esta práctica. Saborear esa calentura a medida que mis oídos se llenan de gemidos, ese es el ejercicio principal de esta dieta.

Solamente pensar en la idea de recostarme y que se sienten sobre mi boca, quitándome la respiración de tanta presión que hacen esos labios húmedos sobre mi cara, sobre mi lengua, es suficiente para perder sanidad, para volverme completamente loco. Me calienta tanto que no sé como explicárselos, esa es la verdad.

¿Qué pasa que a las mujeres les cuesta tanto dejarse chupar la concha? ¿Tan malas fueron sus experiencias? ¿Tanta exposición sienten al dejarme cara a cara con tan hermosa creación? A veces la expresión se me atrofia y no me salen las palabras. No sé como explicarles lo que me desvive tenerlas así frente a mi.

Solo puedo pensar en ese momento en donde mi cabeza reposa entre esas piernas y me agarran del pelo y me tiran y me gritan y yo me pierdo ahí. Ese momento en donde siento que algo se libera, donde los músculos delante mío se contraen y la boca se me llena de algo dulce. A veces me dejan que se las siga chupando y admitiré que más de una vez una mujer descubrió de esta manera, que podía tener orgasmos uno atrás de otro.

Sí, soy adicto a chupar conchas, esa es una certeza. Pero hay algunas veces donde dudo, ¿Sabes? Si es eso lo que tanto me gusta, o si es el instante posterior, cuando ella sin emitir sonido y completamente desesperada, se lanza sobre mí para nada más ni nada menos, que atragantarse con mi pija. Y ahí si que ya no sabes para donde arrancar.



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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Stereo tipos.

Afirmar que la mujer en sí, es una institución que hace girar por completo la rueda de mi imaginación, es una redundancia a esta altura. Pero que aquellas que poseen ciertas características fisicas muy puntuales desviven mi fantasía y la catapultan a un mundo lleno de morbo y perversión, sin una ínfima gota de sanidad, es otra cosa muy diferente. Ese tipo de labios y esa boca, ese color de piel, ese tono de rosa entre las piernas, esa forma de tetas... tetitas mejor dicho (sí, lo admito, me gustan las tetas chicas).

Si bien no conozco a muchas minas que puedan entrar en ese estereotipo, más bien conocí en mi vida a unas pocas nada más, (podría pensar en una más que es actriz porno, ella sería como el ideal dentro de ese estereotipo) cuando veo algo de todo eso en alguna mujer, algo se despierta en mí, algo que no puedo controlar.

Es una energía que brota en la raíz de mi sexo y viaja a mi mente y de mi mente regresa a  mi sexo en una relación dialéctica muy intensa.

Y no sé que hacer.



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jueves, 5 de julio de 2012

Un sueño tibio para los dos.

Sí, aún lo recuerdo muy bien. Sin poder llegar a la habitación, comenzamos a sacarnos la ropa. El beso ya había cumplido su parte en el asunto. La humedad se deslizaba hasta el goteo. Primero fue contra la pileta de la cocina. Agarrada al mármol caliente de febrero, me daba la espalda. Mi ojos se posaron sobre su espalda desnuda y suavemente descendí hasta arrodillarme a sus pies. No puedo recortar y recordar algo trascendental del contexto, qué música sonaba o qué habíamos hecho aquel día, solo recuerdo los momentos atados a nuestros cuerpos, a su perfume y al mío.

La tomé de la cadera con ambas manos y fue hasta llegar a su entrepierna, que recorrí con la lengua cada instante de su piel. Sentir la vibración de su cuerpo en mi boca es ir un paso más allá en el conocimiento de mis límites de calentura. Podía percibir cada reacción de su cuerpo, a los movimientos de mis labios y mi lengua. Manteniendo sus piernas en el mismo lugar, miraba por sobre su hombro para tomarme del pelo, hacer fuerza y tirar. Gritaba, me insultaba.

Se paró y se sentó en la mesada, ya completamente desnuda. Me arrastró hacia ella, y tomándome del cuello, nos besamos. Casi que puedo sentir la sensación de su lengua en mi boca, explorándome, exigente y demandante.

Se sentó con mayor comodidad abriendo su cuerpo, dejándolo a mi disposición. Me tomó la pija y llegó el pedido, su necesidad, la mía. Sus piernas enmarcaron mi cintura y teniendo que elevarme un mínimo en puntas de pie, comenzamos a coger.

La ventaja más evidente de esa situación, era poder tener todo su cuerpo de frente para el disfrute de mi mirada. Sus piernas caían sobre mis hombros. Arremetía con fuerza y profundidad. En sus ojos podía verse el fuego de su calentura. Me suplicaba con los ojos y yo la entendía a la perfección. La velocidad aumentaba y la intensidad no disminuía. Ninguna pared podía soportar esos gritos. Para mi perversión, nada era tanto como oírla gemir.

Me detuve por un momento para apreciar su figura. Me detuve para ver como temblaba. Para regodearme en los espasmos de placer que tiritaban su cuerpo. Se paró. Bajó al piso nuevamente y con lentitud, caminó unos pasos hasta la mesa. La miré cautelosamente. Con cuidado, corrió cada cosa que había y se recostó plenamente. Con la misma lentitud caminé hacia ella y una vez ahí, me dijo: "Ahora sí."

El resto y hasta el final, fue salvaje. La altura ahora era perfecta. Su concha estaba empapada y mi pija se abría camino con mucha facilidad hasta hacer tope una y otra vez.

Cogimos esa noche, sí.
Cogimos donde hacia un rato teníamos nuestra comida. Donde al día siguiente sus amigas tomarían mate.
Cogimos como solo nosotros cogíamos. Así de bien.



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sábado, 28 de abril de 2012

Momento pornográfico.

Es tan encantador.

Un momento relajante, un buen disco, fumar unas pitadas de unas flores, es todo lo que necesito para abrir y potenciar los canales de energía sexual un poquito más allá.

Sin percibirlo, la pija se para. Se tiesa y se enducere. El deseo de la desnudez, el calor y el contacto. Todo se hace presente con aire de exigencia.

Me dejo llevar, estiro las piernas. La música suena, me rodea, esquiva la curva de mis hombros. Desnudo.
No masturbarme sería un error, así que lo hago.

El comienzo lento; rápido se va. Hay mucha calentura y yo voy y vengo.Todo se acelera. Mis manos, mi pulso y mi mente se deslizan, psicóticos, eróticos. Si tan solo tuviese una boca donde vertir tan dulce placer adquirido. Intrascendente.

El tiempo acaba, y yo con él.



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domingo, 15 de enero de 2012

Alerta soñada.

En el sueño parecía ser la novia de alguien ó yo tenía esa sensación, a esta altura realmente carece de importancia. Cuando todos se van, quedamos de frente, pegados. Nos miramos a los ojos, le corro un mechón amarillo de la cara e inmediatamente me arrodillo ante ella y su pollera blanca de manchas negras, creo. No lo recuerdo, los sueños son difusos en mi mente.

Tampoco recuerdo haberle bajado la bombacha, o la tanga o lo que sea. Solo recuerdo que paso siguiente a ese, mi boca estaba lentamente apoyándose en la puerta de su concha. Mis labios sobre los suyos y mi lengua deslizándose por su clítoris, por todo su sexo.

Suavidad y humedad. Ella me agarra del pelo en tanto gime con delicadeza y así nos mantenemos. Mis manos recorren sus piernas de los tobillos a la cintura. La sostengo con firmeza mientras mis manos de tanto en tanto, acarician su culo. La rubia que sinceramente, no tengo ni la menor idea quien es ó de donde salió, sigue ahí, en mi sueño, y yo quiero a la pelirroja que no deja de jugar con su pelo.

Tal vez ella es en mi sueño, la pelirroja. Tendría todo el sentido realmente: no sé casi nada de ella, no sé cómo se ve desnuda, como gime en mi oído o como es la perfecta imagen de ella chupándome la pija.

Tal vez es eso, podría ser. La manifestación explícita del deseo. De no saber nada y de querer saberlo todo.

Querer saberlo todo.



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domingo, 1 de enero de 2012

Imágenes.

Sí, mirá, yo te cuento. Es así:

Todas las mañanas me suelo levantar con la pija dura. Pero lo que sucede ahora, es que frente a este evento matutino tan conmovedor del cual agradezco a la infinita divinidad por tanta salud, lo único que puedo hacer es pajearme. Masturbarme entre sueños; despabilar mi día con la llegada del sol que no acarrea menos que la llegada del primer orgasmo de mi día.

Y acá viene lo oportunamente trascendente: sos vos. Sos vos la musa de mi alba en cada mañana. El disparador más inmediato de mi mente cuando el derrame de líbido me ahoga hasta paralizarme. Sos vos y es tu espalda, tersa y suave, perfecta como mil montañas, la que resplandece visualmente mi imaginación.

Me devora tu silueta en mi recuerdo. Tus curvas perfectas, tus piernas y ese culo. Muchas veces te lo decía cuando terminábamos de coger. Te parabas, caminabas unos pasos desnuda. Sin duda el mejor momento para observar tu esplendor; una perspectiva de suma idolatría ante mis ojos, verte parada dándome la espalda.

En ocasiones, ese era motivo suficiente para desesperarme. Sin dejarte ir, no podía evitar ponerte en cuatro sobre la cama, para chuparte la concha y el culo como un animal. Y sé que te fascinaba hacerlo. Nada me volvía más loco que sentirte acabarme en la boca al jugar con mi boca en tu sexo: saborear tu orgasmo.

En mi recuerdo domina el peso de tus ojos, de tu cuerpo sobre el mío, siempre pretendiendo acallar esa sed de mil ninfas. En mi recuerdo es tu boca la que revuelve lo más impuro de mi perversión. Es tu boca y son tus manos también, aquellas capaces de desatar una tormenta en mi cuerpo. Lo hicieron ayer, y hoy, ya transformadas, lo siguen haciendo.

Y es tan feo, ¿Sabes? No poder decirte todo lo que me pasa, como supimos hacerlo tantas veces. Tus manos temblaban y tus piernas flaqueaban cuando en tu oído resonaban mis palabras. Te enardecías, por dentro y por fuera. Creo que tu calentura seguiría atravesando el cosmos hasta evaporar la propia humedad entre tus piernas al leerme en tu teléfono, dictándote lo que me sucede hoy, cada mañana, con vos.

Me levanto en la mañana y me apena un poco a veces. Pero está bien.


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