miércoles, 26 de septiembre de 2012

Chuparte la concha.

Es mi adicción más rotunda. El amor y el calor que siento al percibir como los flujos se deslizan sobre mi lengua, funcionan como motor de esta práctica. Saborear esa calentura a medida que mis oídos se llenan de gemidos, ese es el ejercicio principal de esta dieta.

Solamente pensar en la idea de recostarme y que se sienten sobre mi boca, quitándome la respiración de tanta presión que hacen esos labios húmedos sobre mi cara, sobre mi lengua, es suficiente para perder sanidad, para volverme completamente loco. Me calienta tanto que no sé como explicárselos, esa es la verdad.

¿Qué pasa que a las mujeres les cuesta tanto dejarse chupar la concha? ¿Tan malas fueron sus experiencias? ¿Tanta exposición sienten al dejarme cara a cara con tan hermosa creación? A veces la expresión se me atrofia y no me salen las palabras. No sé como explicarles lo que me desvive tenerlas así frente a mi.

Solo puedo pensar en ese momento en donde mi cabeza reposa entre esas piernas y me agarran del pelo y me tiran y me gritan y yo me pierdo ahí. Ese momento en donde siento que algo se libera, donde los músculos delante mío se contraen y la boca se me llena de algo dulce. A veces me dejan que se las siga chupando y admitiré que más de una vez una mujer descubrió de esta manera, que podía tener orgasmos uno atrás de otro.

Sí, soy adicto a chupar conchas, esa es una certeza. Pero hay algunas veces donde dudo, ¿Sabes? Si es eso lo que tanto me gusta, o si es el instante posterior, cuando ella sin emitir sonido y completamente desesperada, se lanza sobre mí para nada más ni nada menos, que atragantarse con mi pija. Y ahí si que ya no sabes para donde arrancar.



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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Stereo tipos.

Afirmar que la mujer en sí, es una institución que hace girar por completo la rueda de mi imaginación, es una redundancia a esta altura. Pero que aquellas que poseen ciertas características fisicas muy puntuales desviven mi fantasía y la catapultan a un mundo lleno de morbo y perversión, sin una ínfima gota de sanidad, es otra cosa muy diferente. Ese tipo de labios y esa boca, ese color de piel, ese tono de rosa entre las piernas, esa forma de tetas... tetitas mejor dicho (sí, lo admito, me gustan las tetas chicas).

Si bien no conozco a muchas minas que puedan entrar en ese estereotipo, más bien conocí en mi vida a unas pocas nada más, (podría pensar en una más que es actriz porno, ella sería como el ideal dentro de ese estereotipo) cuando veo algo de todo eso en alguna mujer, algo se despierta en mí, algo que no puedo controlar.

Es una energía que brota en la raíz de mi sexo y viaja a mi mente y de mi mente regresa a  mi sexo en una relación dialéctica muy intensa.

Y no sé que hacer.



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