miércoles, 17 de febrero de 2010

Lágrimas del sol.

Recostada estaba. Sus piernas sobre mis hombros. Sus muslos rozaban mi pecho. La penetración era de lo más profunda así como nuestras miradas. La intensidad aumentaba en tanto mi pija hacía tope en su cuerpo, tocaba fondo, el final del camino. La velocidad se transformada con sus ojos, ahora desorbitados en una galaxia lejana. Mi cuerpo en ella y ella, inmóvil. Podía sentir como mi pija chocaba y una otra vez. Sus gritos se trastornaban en gemidos y luego, finalmente, en llantos.
En contra de todo pronóstico pensado, el brotar de sus lágrimas no tuvo mayor efecto en mí, que explotar un morbo siempre latente. A medida que se deslizaban por su mejilla, la locura emanaba. Y en unos instantes, solo quedaban dos cuerpos acabados en un negro sillón.

"Las circunstancias del lugar donde estaba haciendo el amor no eran las tradicionales, la primera vez que descubrí mi punto G fue impactante y me provocó un llanto, pero no de pena, sino de alegría, de gozo de placer, fue un poco angustiante porque sentía que venia o que había algo y cuando llegué al orgasmo fue como una liberación muy grande, una suerte de descompresión."

Despierta mi curiosidad el hecho de que sensaciones tan opuestas como el pináculo del placer, roce con aquello que es la última parada del mayor simbolo de tristeza: las lágrimas como manifestación del sentir. Sin embargo, las lágrimas suelen brotar de nosotros por distintos motivos: Enojo, frustración, pena, felicidad inclusive. La ecuación se iguala de ambos lados, pero no deja de parecerme curioso y por sobre todas las cosas, placenteramente morboso.



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martes, 9 de febrero de 2010

Acabados.

Cuando el reflejo de tus ojos,
no devuelva aquello que tu lengua exige,
rodarás sobre mi cuerpo
mientras yo tan solo me despojo de.

Mi ropa aquí y allá
decoran tú ahora y para siempre,
y yo solo,
te penetro.

Con la mirada perdida,
no aquí,
te pierdes.
En mi, erguido estoy dentro.

Tuyas las manos,
que contornean la silueta exponencial.
La fusión.
El olor.
El color
El amor.

Perdido.
Perdido.
Perdido.

Dices tuya soy.
Me introduces,
y yo,
traduzco.

Con mi piel, tu deseo,
se desvanece en
mantas, tantas,
sabanas donde.

El ritmo suena, jamás se detiene
pero el cuerpo
yace.
No hay música ya que lo haga bailar.

Estancado, se pervierte.
En la quietud del acabado,
espalda con espalda,
lucharán.
¿Lucharán?

Contra el sueño de la soledad,
lucharán.



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