martes, 24 de agosto de 2010

Pulsar.

Tus palabras sobre mi cuerpo
beben del estanque de mi piel.
Soy la raíz bajo tu tallo
floreciendo tu alma en miel.

Me siembro en tu sexo
y renazco en tu corazón.
Soy la cosecha del suave néctar,
cultivando tu ser de energía.

Tus deseos son mis delirios.
Lo sabes muy bien mi amor.

La musa de mi cielo,
el sol de mi amanecer.
La nube sos y la brisa de ese verano
posándose en la punta de mis pies, también.

El color de las flores sobre tu piel
opaca la claridad de tu sonrisa.
Lo natural en vos, se fusiona con lo natural en ella.
En mi sos una y en ella somos uno también.

Uno en uno, y uno en ella.



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martes, 17 de agosto de 2010

Galletita




A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante.
En la ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará
aproximadamenteuna hora en llegar a la estación.
Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios
y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa.

Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén. Mientras hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra,
estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después
de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente.

La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente.

Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita.
La señora gime un poco, toma una nueva galletita y,
con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo
otra vez la mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido.
Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. " No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como
congelada mirando alternativamente al joven y a las galletitas.
Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora.

- ¡Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.
- De nada - contesta el joven sonriendo
angelical mientras come su mitad.
El tren llega.
Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía
sentado en el banco del andén y piensa: " Insolente".
Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas... ¡Intacto!



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martes, 10 de agosto de 2010

Fúndete, confúndete.

Me encantaría poder describir el sentimiento al verte desfilar en ese oscuro living de tenues luces. El contorno perfecto que te caracteriza, no podía estar mejor decorado esta vez. Esas medias de red junto con ese conjunto, pretendían desgarrar mi deseo de adentro hacia fuera. Ese culo que me hace delirar y esas tetas que tanto me encantan raptaron la atención de mi cuerpo y mente.

Te recosté y solo pude dedicarme a recorrerte con mis ojos, con mis manos, con mi lengua, con mi deseo. Vibrabas con cada roce y me mirabas. Me mirabas y me sentías en cada vibración. Pude verlo en tus ojos. Nos besamos un rato. No recuerdo cuanto. Seguramente lo suficiente como para recordar la perfección al besarnos. Suave, húmedo, caliente. Nuestro.

Te pegué a mí y me sentiste. Percibo la manera en que tu respiración se acelera en esos momentos. Empezaste a palparme y me encontraste con facilidad. Sé muy bien lo que te gusta arrancarme la ropa, te salís de vos misma. Me besaste de arriba abajo, solo para finalmente, estocar mi pija de lleno en tu boca. Recuerdo como la chupabas desde la base hasta la cabeza con intensidad. Tenés ese ritmo perfecto que me vuelve loco.

Tu cuerpo pedía descontroladamente que lo controle y eso hice. Te sostuve de los pelos y marqué el ritmo. Sé cuánto te calienta eso. Así estuvimos un buen rato. Me cuesta salir de ese estado hipnótico donde a pesar del aparente control sobre tu piel, sé que soy solo el esclavo de tu juego. Creo que tu cuerpo genera esa adicción. Tal vez tu boca, ya no lo sé a esta altura. ¿Qué más da? Te coloqué esas esposas de cuero que había elegido para vos y me dediqué a contemplar como seguías chupando y pajeando ahora más privada aún de movimientos que antes.

Me encanta como tu cuerpo deja en evidencia tu deseo. ¿Sabías eso? Te acelerabas y podía sentir como tus labios deslizándose por el tronco de mi pija pedían ansiosamente el final en vos. Intentabas con una mano en mi pecho, rasguñar mi piel, pero las esposas te obligaban a mantenerte en el foco de atención. Con la otra, a puño cerrado, me masturbabas sin descanso. Mis exhales a punto de acabar, fusionados con tus gemidos mientras llenabas tu boca de mí, llenaron todo el living de tu casa. Acabé en tu boca y te dispusiste a seguir, el turno cambiaba ahora.

Me pregunto una y otra vez qué es lo que me gusta más. Si tener tu boca en mi pija haciéndome volar, o tener mi lengua en tus labios rosados hasta llenarme la boca de vos. No logro decidirme. Pero que voy a seguir dándole rienda suelta a mi adicción a ambas cosas, de eso no cabe duda.



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viernes, 6 de agosto de 2010

Un lugar normal.

En este momento, hasta siento ganas de que me poseas. Si, de hecho creo que es peor aún que eso. Porque eso es lo único que quiero. Ser tuyo y no mío. Tengo ganas de rogarte, de fundirme, de perder mi escencia. Solo quiero que me violes. Que me ates. Hoy solo tengo el poder de quien acata, de quien asiente. Hoy mis rodillas protagonizan la escena donde embargas mi piel hasta saciar tu sed desértica. Y caigo, me sometes y me dejo. Me elevo con cada orden pronunciada. Tus uñas, tus labios y tu lengua son mi nueva piel.

El vacio se siente plenitud cuando sos vos la que se llena de él.



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