martes, 16 de junio de 2009

Desayuno para tres I

Hacía frío esa mañana, pero el sol entraba por la ventana apaciguando el titiriteo de unos cuantos. Dejé la campera apoyada sobre la silla y me dispuse a pedir lo de siempre: un submarino amarillo con algunas medialunas. Siempre seré un niño pequeño, yo no tomo esas cosas para adultos, yo necesito mi leche chocolatada, nada de café, nada de té, nada de nada, solo mi lechona calentita.

La cuestión es que me senté y justo enfrente mio, contra la pared del bar, estaban ellos dos.

El vestía una polera, pretendía ser serio, pero esos jeans daban una impresión totalmente contraria, ni elegante sport, ni 'un cualquiera', el estilo propio que da una vestimenta desinteresada.

Ella, toda de negro. Sus cabellos lacios irradiaban brillo y perfección. Una sonrisa perfecta y dientes blancos. Sabía muy bien la impresión que causaba, pero se hacía la modesta ante un público que volteaba al verla pasar.

Charlaban y reían, jugueteaban con sus miradas. Él untaba la mermelada en esos panecillos recién tostados que ella comería segundos más tarde con tanta alegría. Él le ofrecía en la boca los bocaditos de chocolate que les habían traido. Ella se negaba a toda costa, su figura perfecta no podía ser modificada por alguna tentación con forma de chocolate y dulce de leche a las ocho de la mañana.

Así los minutos pasaban, ellos reían y jugaban a ser pareja.

¿Se habrán dado cuenta de lo mucho que yo los miraba? Yo creo que sí.
De a momentos, las sonrisas y el desayuno parecían dar lugar a besos apasionados y miradas llenas de líbido. Yo los miraba con curiosidad. Ella era demasiado atractiva como para quitarle los ojos de encima, y a él no parecía importarle el mundo que los rodeaba. Se veía muy relajado y sus movimientos fluían, como siendo parte del todo de una manera muy natural.

Los besos continuaban y hasta se podía sentir como ellos vibraban en el espacio público. La escena fluía, yo miraba. Cuando él se acomodó para encontrar mayor confort en ese pequeño sillón que los albergaba, es ahí donde me dí cuenta de la situación. Me di cuenta que era muy claro y evidente que hace rato ya que se habían percatado de mi mirada en ellos. La visión que me habían dado de la imagen era justa y precisa. Podía ver perfectamente como él, quieto y estático, dejaba a su compañera jugar con su lengua muy a gusto sobres sus labios...



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8 comentarios:

Ailu dijo...

Una de las cosas más provocadoras es ver cómo dos personas juguetean entre sí, uno como simple espectador puede deleitarse solo observando...
...El poder del estímulo visual nunca debe ser subestimado.

un beso grande

Juliana dijo...

todos mis halagos ya te los dije lindo ;)

La amante dijo...

No me gustan los hombres con polera ni las escenas de toqueteos en público pero seguramente y exactamente por eso no hubiera podido dejar de mirarlos.

Daniela dijo...

Estuve leyendo tu entrada anterior con mucho detenimiento y sentí como si me hubieras leído la mente.....
Muchas de las cosas que escribiste son pensamientos y emociones que tuve pero que no supe como expresar en palabras y que,para ser honesta,no tuve el valor de decírselas a nadie....

Ojalá tuviera el coraje de romper mi coraza protectora;aun me cuesta y eso es algo que me da un poco de envidia de vos.
Se necesita mucho valor para ser uno mismo sin tener miedo a lo que puedan pensar los demás.

Me alegra que te haya gustado el vinilo,es mi tesoro.... :)

Nos estamos viendo en el chat.

Besos.

Dani.

P.d:La historia de la pareja del café terminó con puntos suspensivos.¿Eso quiere decir que tiene continuación?......

Lolítica dijo...

Me encanta ver esas cosas. Sin duda me gustan.

¿Ahora te das cuenta por qué cuando hablamos hoy te dije "ojos curiosos mirando para todos lados"? ¡Sos todo un nene!

QSUM dijo...

¿Calentura matutina? o ¿Mera actuación?
Nada mejor que la intimidad, para ser uno mismo.

fea dijo...

Que raras que somos las personas... no?

Amantes dijo...

iamgino como te sentirias me ha gustado mucho sigue te sigo